En el vasto universo de la fe, Jesús emerge como la estrella central que guía nuestra adoración. Él es el objeto de nuestro amor, la fuente de nuestra esperanza y el fundamento de nuestra vida. Enfocarnos en Jesús implica dirigir nuestra mirada hacia él, reconocer su señorío y permitir que su luz ilumine cada aspecto de nuestro ser.
«Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.» Hebreos 12:2
Más Allá de la Religión:
Enfocarnos en Jesús va más allá de la religión y las tradiciones. Se trata de una relación personal y transformadora con el Hijo de Dios. Él no es simplemente un personaje histórico o un símbolo religioso, sino el Cristo vivo que nos invita a seguirle.
«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.» Juan 17:3

Jesús, la Imagen de Dios:
En Jesús, vemos la imagen perfecta de Dios, su amor incondicional, su gracia abundante y su misericordia infinita. Al enfocarnos en Jesús, nos acercamos al corazón del Padre y descubrimos el propósito de nuestra existencia.
«Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.» Colosenses 1:15
Adorando a través de Jesús:
A través de Jesús, tenemos acceso directo al Padre y podemos ofrecerle nuestra adoración en espíritu y en verdad. Él es el puente que nos conecta con Dios, el mediador entre el cielo y la tierra.
«Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.» Juan 14:6
Que Jesús sea el centro de nuestra adoración, la fuente de nuestra inspiración y la meta de nuestro caminar. Que podamos conocerle más íntimamente, amarle más profundamente y seguirle con todo nuestro corazón.